viernes, 2 de noviembre de 2012

PALENQUE Y PACAL.



Palenque es una ciudad maya, que se encuentra en lo que hoy es el municipio de Palenque, ubicado en el estado mexicano de Chiapas, cerca del río Usumacinta. Es uno de los sitios más impresionantes de esta cultura. En comparación con otras ciudades mayas, se la considera de tamaño mediano: menor que Tikal o Copán, destaca por su acervo arquitectónico yescultórico.
El área descubierta hasta 2005 abarca 2,5 km², pero se estima que sólo se ha explorado menos de un 10% de la superficie total que alcanzó la ciudad, permaneciendo aún más de mil estructuras cubiertas por la selva. En 1981, Palenque fue designado parque nacional La Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 1987
La ciudad estaba abandonada cuando tuvo lugar la Conquista de México en el siglo XVI. La primera visita de un europeo a Palenque fue la de Fray Pedro Lorenzo de la Nada en 1567. En aquel entonces la región era conocida por el pueblo Chol como Otolum, o "Tierra de Casas Fuertes"; por lo cual De la Nada lo tradujo como "Palenque" (palabra proveniente del catalán "palenc") que significa "fortificación" (entre otras cosas).
La comunidad de Santo Domingo de Palenque fue fundada en las cercanías de la zona arqueológica hacia el siglo XVII. Sin embargo, no hay registros de que se hubiera prestado alguna atención a la ciudad abandonada, hasta 1773, cuando Ramón de Ordóñez y Aguilar la visitó, y reportó su visita al Capitán General de Guatemala. En consecuencia fue hecha una segunda visita al año siguiente, la cual determinó que las ruinas eran de alto interés, por lo que dos años después, el explorador y arquitecto Antonio Bernasconi fue enviado para detallar el lugar, acompañado por un contingente militar, encabezado por el coronel Antonio del Río. Cuando exploraban la ciudad abandonada, las tropas derrumbaron varios muros para poder acceder al interior de las construcciones, produciendo un daño considerable a las mismas. Bernasconi dibujó el primer mapa moderno de la ciudad, e hizo copias de algunos bajorrelieves.

Pacal (el grande, para diferenciarlo de uno de sus tíos que no reinó) nació el 6 de marzo del año 603 (todas las fechas del presente trabajo son d. C.) y murió el 30 de agosto del año 684 (la exactitud de las fechas es normal en un mundo tan concienzudo astronómicamente como los mayas), siendo el rey o señor de la ciudad de Palenque (y de un amplio territorio a su alrededor) desde el año 615 hasta su muerte (Ciudad, 1992: 213 y Fiedel, 1996). Era hijo de la reina Zac Kuk, que reinó entre los años 612 al 640, y nieto del rey que fundó su dinastía.


Según pone en la misma losa sepulcral, de la que se extraen muchos datos de su historia (Ciudad, 199), este rey fue muy querido por su pueblo e hizo muchas obras públicas
El reinado de Pacal, y de su descendiente (su hijo K'inich Kan Balam -"Serpiente Jaguar orientado al Sol"-, que gobernó entre el 683 y el 702, y que mandó construir muchos de los grandes edificios públicos de Palenque), representa el mejor momento de su ciudad, habiéndose aliado ambos con otros señores de ciudades vecinas mediante matrimonio.
La losa sobre la que está esculpida esta figura fue descubierta en la ciudad maya de Palenque (en la zona de Chiapas -México-) por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz Lhuillier, en el año 1949, en el interior de una pirámide escalonada de unos veinte metros de altura conocida como "Templo de las inscripciones".

Esta antigua ciudad maya ya era conocida desde hacía tiempo. Como señala Chinchilla (1998), el gobernador español José de Estachería había promovido varias expediciones a la misma entre los años 1784 y 1787 para visitar sus ruinas recientemente descubiertas. Esta investigación había sido apoyada por el cronista de Indias Juan Bautista Muñoz, y nació en una época en que se podía encontrar un cierto despostismo ilustrado en nuestras colonias y en la que el interés del mismo Rey Carlos III le había llevado a iniciar algunas de las primeras excavaciones en Pompeya y Herculano, cerca del Vesubio, en Italia, donde también era rey entonces.

En cualquier caso, Alberto Ruz, el arqueólogo mexicano antes citado, encontró en dicha pirámide unas escaleras abovedadas, tardando casi cuatro años en llegar desde la entrada de esas escaleras hasta la tumba, a dos metros bajo el nivel del suelo, ya que tuvo que limpiar antes 25 metros de escalera rellenada, intencionalmente, con mampostería.

Finalmente alcanzó la antecámara (previa a la cámara sepulcral) en 1952, donde halló los esqueletos de cinco o seis jóvenes, aparentemente víctimas sacrificadas en honor del difunto allí inhumado. Una enorme laja de piedra triangular bloqueaba la puerta de dicha antecámara.

Tras ella, la cámara sepulcral, con unas medidas de 10 por 7 metros (Gutbrod, 1987), cuyas paredes estaban decoradas con relieves de estuco. En la misma se hallaba un sarcófago monolítico, cerca de su centro, que contenía un esqueleto (caso no muy habitual en el mundo maya) de un ser humano normal (ningún ser extraterrestre), que según Gutbrod era alto para la altura media de los mayas (1987).

El esqueleto fue encontrado en posición de decúbito supino, es decir, estirado y boca arriba, con su cara cubierta por una mascara de mosaicos de jade y con unas orejeras. Sobre el cuerpo, medio tapándolo, muchas joyas también de jade y madreperlas.

También se hallaron semillas en el interior del sarcófago, así como dos figuras de jade que ocupaban un lugar cerca del esqueleto, representando una al mismo Dios Sol. El cuerpo y las ofrendas habían sido cubiertos por cinabrio rojo. Bajo el sarcófago se hallaron dos cabezas de terracota, con motivos en rojo también.

Encima del sarcófago se halló una losa rectangular de 3,8 metros, con motivos esculpidos en bajorrelieve y con una larga inscripción alrededor, la cual hablaba acerca de las gestas del muerto, así como de sus fechas de nacimiento y muerte, así como las fechas de muerte de sus predecesores. Nada especialmente raro desde una perspectiva histórica.

En la cámara mortuoria se halló también una gran serpiente de terracota, símbolo del enlace entre los vivos y el más allá, que iba desde el sarcófago hasta la puerta (Gutbrod, 1987: 346)

Probablemente, el período más destacado de la ciudad maya de Palenque se situó durante los mandatos de Pacal y de su heredero, en torno al año 700 d.C.

Entre las características de este momento histórico está la decoración con estucos, los cuales son uno de los motivos que más fama ha proporcionado a esta antigua ciudad centroamericana.

La fama de Palenque, sin embargo, está más ligada a la impresionante presencia de los templos escalonados del Sol, de la Cruz y de la Cruz enramada, así como al Templo de las Inscripciones (en el que se halló la tumba de Pacal), el cual es, probablemente, el más antiguo y, tal vez también, el que muestra unas líneas y arquitectura más impresionante (Rocchi, 1989: 2115).

La mayoría de estos templos fueron levantados hacia el 692 por K'inich Kan Balam, hijo de Pacal, el cual hizo aparecer a su padre en otros bajorrelieves de la ciudad, como el de la Cruz, en el del templo del Sol o en el de la Cruz enramada, en los que se observa el proceso de su divinización post-mortem.

Bajorrelieve del templo de la Cruz Enramada (según Stiebing, 1994). Obsérvese el árbol en forma de cruz, coronado por un pájaro Quetzal, unas panochas de maíz en las ramas (no demasiado esquemáticas), el demonio en las raíces. Pacal es la figura que está de pié a la izquierda, de gran tamaño, sus rasgos y vestiduras son similares a los de la figura humana de la cubierta del sarcófago de Pacal.


Precisamente muchos de esos bajorrelieves son llamados de la "cruz" porque se asocia a Pacal con el árbol de la vida (en forma de cruz en amplias zonas de Mesoamérica). En el de la Cruz enramada, además, el árbol sagrado tiene dos brazos que terminan también, como veremos, con mazorcas de maíz antropomorfas.

Bajorrelieve del templo de la Cruz (según Stiebing, 199. Obsérvese, de nuevo, el árbol en forma de cruz, coronado por un pájaro Quetzal, con una serpiente alrededor de sus ramas, el demonio en las raíces, etc.

Este árbol de la vida, según señala Broch 1987 "es el árbol del origen, que los manuscritos nos muestran atravesando la tierra, desde los mundos inferiores hasta los mundos superiores".

El Templo de las inscripciones, donde se halla la losa, fue mandado construir por el mismo Pacal o por su hijo(3) (Rocchi, 1989), para que fuera su tumba, la cual es la más importante nunca hallada en el mundo maya por la calidad de los restos y de las ofrendas allí depositadas, siendo, para los investigadores y aficionados al mundo maya, similar en importancia a la que en su momento tuvo la tumba del faraón egipcio Tut-Anj-Amón.

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